Desde pequeño le entregó su vida a la bicicleta, era un amante empedernido a las ruedas y pensó dedicarle años a este deporte lleno de adrenalina. Finalmente, Roberto Escobar dejó este deporte para dedicarse al narcotráfico junto a su hermano Pablo, más conocido como el 'Zar de la cocaína'. Hoy, con 74 años el menor de los Escobar afirma que dejaría todo por haber ganado el Tour de Francia.
El diario español El País pudo conversar con Roberto Escobar sobre sus vivencias en los últimos años y lo que dejó en su juventud por dedicarse al narcotráfico. En la década de 1980 fue el número 2 del cártel de Medellín y era un experto en manejar las financias que producía la droga. Pero antes de esa vida llevó otra vida. ¿Cuál fue?
En contundentes declaraciones afirma que "lo cambiaría todo por haber ganado el Tour de Francia", la competencia más importante de ciclistas en el mundo. De hecho, al famoso Roberto Escobar lo llamaban "Osito" desde pequeño debido a una carrera en bicicletas que se realizó en Colombia, según cuenta fue porque él estaba embarrado de pies a cabeza de lodo y el locutor de la carrera lo vio cerca a la meta y anunció "Ahí llega el oso". Este apodo lo mantiene hasta el día de hoy.
El ciclismo tiene en Colombia a grandes ciclistas en la actualidad como Mariana Pajón, pero esto no es de ahora sino desde décadas muy atrás pues Roberto Escobar destacaba en 1960 siendo de los mejores en Antioquía. Sin embargo, el mayor de los Escobar decidió no mantener esa popularidad y más bien cambiar el rumbo de su destino.
Es cierto que Roberto Escobar decidió dedicarse al narcotráfico cerrando su taller de bicicleta que tenía, persuadido por su hermano Pablo que se caracterizaba por un carácter mucho más explosivo y determinante además de ser más sanguíneo y criminal. Pero Roberto - u "Osito"- confiesa "No hay ni un día que no lo eche de menos".
EL propio Roberto Escobar cuenta la experiencia que vivió cuando tristemente perdió la vista y quedó sordo. Esto sucedió en 1993, 16 días después de la muerte de su hermano Pablo: "Estaba en la santa misa, mi madre me enseñó la religión católica. Al volver a la celda recibí esa carta que tuvo que pasar por siete retenes de la policía y una máquina de rayos X. En el sobre decía que era una citación judicial. Al abrirla, me explotó en la cara. Era una carta-bomba".
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