La negociación entre Trump y Putin se estanca: Washington no consigue avances y Moscú endurece su postura mientras la guerra sigue escalando.
Las tensiones entre Washington y Moscú han alcanzado uno de sus puntos más críticos en meses. Estados Unidos ha impuesto nuevas sanciones contra gigantes energéticos rusos, mientras que el Kremlin responde con pruebas de armamento estratégico y una retórica cada vez más desafiante. La escalada se produce justo cuando se esperaba un posible giro hacia la distensión.
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Sin embargo, la apuesta de Donald Trump por un acercamiento personal con Vladimir Putin no solo ha dejado pocos resultados, sino que ha coincidido con un endurecimiento de las exigencias rusas. El estancamiento diplomático contrasta con la urgencia de frenar una guerra que continúa devastando territorio ucraniano.
Trump confió en que su relación directa con el líder ruso y su estilo de negociación personal permitirían un avance rápido hacia un alto el fuego. Para ello envió repetidamente a su aliado y empresario Steve Witkoff como interlocutor informal, pero la falta de experiencia diplomática del emisario generó interpretaciones erróneas de la postura rusa, alimentando expectativas que nunca se materializaron.
Trump no logra avances para frenar la guerra en Ucrania.
La cumbre de Alaska marcó el momento más visible de esa desconexión: reuniones breves, ausencia de compromisos concretos y un Trump frustrado ante la negativa de Putin a flexibilizar su posición. Para el Kremlin, la discusión nunca se limitó a territorio, sino a la orientación política y militar de Ucrania, un aspecto en el que Moscú no ha mostrado disposición a retroceder.
Mientras Trump sugería explorar intercambios territoriales como parte de un posible acuerdo, Rusia elevó el tono fijando condiciones que Washington y Kyiv consideran inaceptables. Entre ellas figuran el reconocimiento de soberanía rusa sobre regiones ocupadas, la neutralidad permanente de Ucrania y una reducción significativa de sus fuerzas armadas.
Europa también ha intervenido con fuerza, presionando a Estados Unidos para evitar concesiones unilaterales que pongan en riesgo la seguridad continental. Ante la falta de avances, Washington ha respondido con sanciones ampliadas, a lo que Moscú replicó con pruebas de misiles y retórica nuclear. La dinámica apunta a una transición del diálogo a una nueva fase de amenazas estratégicas.