¿Te dijeron que comer plátano quita los calambres? Esta es la verdad detrás del mito

¿Te acuerdas que cuando niño o siendo ya adulto te decían que debías comer plátano para evitar los calambres? Esta es una creencia muy difundida en la mayoría de países latinoamericanos, pero ¿Qué dice la ciencia sobre este mito casero? HOY en esta nota que te trae Líbero conocerás la verdad.

Y es que lo cierto es que el plátano es una fruta con muchas propiedades beneficiosas para la salud humana, entre ellas el potasio, que es un tremendo ingrediente para, por ejemplo, mejorar la salud cardiovascular, el buen funcionamiento del riñón.

Pero, no solo eso, pues también ayuda a la contracción muscular, como a una óptima transmisión nerviosa.

Entre otros beneficios, podemos destacar que el plátano o banana es bueno para pacientes con hipertensión por su bajo contenido de sodio, así como es buena para promover la salud intestinal y potenciar todo el sistema inmunológico.

Se define a calambres como contracciones musculares repentinas, involuntarias, que vienen acompañadas por un intenso dolor, los cuales pueden durar desde unos segundos hasta un par de minutos. Aunque hay casos extremos y poco probables que se prolongan durante un par de horas.

Entre otras razones, estos se provocarían por la una ausencia importante de potasio en el cuerpo humano, condición a la cual la ciencia califica de hipopotasemia o hipokalemia que desembocaría en episodios de calambres, pero en otras situaciones límite (las más escasas) derivaría en arritmias cardíacas que podrían ser mortales.

Dicho lo anterior, la ciencia ha reconocido la existencia de dos tipos de calambres: 

La primera relacionada a la actividad física, aquí se mezcla con diversas creencias populares que aseguran que ingerir plátano ayuda a evitarlos. Por ello, las abuelas solían recomendar comer esta fruta antes de salir a correr o calentar.

Mientras la segunda a otros factores surgidos durante horas de la noche, por factores patológicos (diabetes, desórdenes metabólicos).

Sobre los primeros años del siglo XX se comenzaron a realizar los primeros estudios relacionados al calambre y el ejercicio físico ya que en esos años se les decía "calambre de minero" o "calambre de calor". 

Cuando se analizó el sudor de estas personas, se descubrió la existencia de altos niveles de cloruros, lo que condujo a afirmar que la sudoración extrema conlleva a la pérdida de electrolitos, disminuyendo el correcto funcionamiento muscular. Sin embargo, esta teoría no cuadraba del todo a los especialistas.

Sin embargo, luego se supo que al sudar se pierde más agua que electrolitos, estos últimos no decrecen, todo lo contrario, aumentan de forma exponencial. Asimismo, se determinó que los calambres ocurren en músculos específicos, no en cualquier zona.

Sin embargo, el veredicto final llegó con un estudio en 2016 el cual fue concluyente al determinar que no hay una prueba concluyente de que los calambres a causa de la actividad sean producto de bajos niveles de sodio y potasio y, en consecuencia, que el plátano ayude a evitarlos, al igual que con la bebidas hidratantes.