La falta de presupuesto federal paraliza servicios clave y provoca largas filas, retrasos y cancelaciones en aeropuertos de todo EE. UU.
La falta de un acuerdo presupuestario ha encendido las alarmas en el sector aéreo estadounidense. Tras casi dos semanas de parálisis federal, miles de empleados esenciales incluidos controladores de tráfico aéreo y agentes de seguridad trabajan sin recibir salario. La consecuencia es clara: largas filas, cancelaciones constantes y retrasos en los aeropuertos más transitados.
La presión aumenta con la llegada del feriado por el Día de Colón, cuando se proyectan más de 52 000 vuelos en todo el país. En el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, por ejemplo, los retrasos ya se sienten con fuerza debido al incremento de ausencias médicas entre los controladores. Según la FAA, más del 50 % de las demoras actuales se deben a la falta de personal, frente a solo un 5 % antes del cierre.
El cierre del Gobierno paraliza servicios clave y agrava el caos en aeropuertos.
Aunque las aerolíneas mantienen sus operaciones, dependen completamente de los servicios federales para el control aéreo y la seguridad. Cualquier interrupción, por mínima que sea, impacta directamente en la experiencia de los pasajeros. Lo que antes eran esperas moderadas hoy se ha transformado en un escenario de incertidumbre y colapso.
La situación ya ha dejado episodios críticos. En Nashville, unos 40 000 pasajeros quedaron varados por falta de controladores. En Burbank, California, la torre de control funcionó sin personal durante horas, obligando a suspender temporalmente todos los despegues.
El sindicato NATCA instó a sus afiliados a mantener la seguridad como prioridad, aunque reconoció que la presión económica y el desgaste emocional agravan la crisis. La FAA activó protocolos de emergencia para sostener el sistema con personal mínimo, mientras su titular, Sean Duffy, advirtió que los abusos en las licencias médicas podrían acarrear sanciones.
Sara Nelson, presidenta del sindicato de auxiliares de vuelo, alertó que áreas críticas como meteorología y ciberseguridad permanecen inactivas, elevando el riesgo operativo. La prioridad de la FAA y el Departamento de Transporte es mantener la seguridad, incluso si eso implica reducir aún más la frecuencia de vuelos.
El especialista en aviación Sheldon Jacobson advirtió que el regreso a la normalidad podría demorar más que en cierres anteriores, ya que la confianza laboral se ha visto afectada. Hasta que el Congreso no apruebe un presupuesto, los aeropuertos estadounidenses seguirán operando bajo tensión, con demoras que afectan a miles de viajeros a diario.